Para celebrar el 7º aniversario juntos mi pareja y yo fuimos a cenar a Girona en este restaurante y la verdad es que fue todo un acierto. Nos gustó mucho la calidad de los platos que pedimos.

Se trata de un restaurante ambientado en madera blanca con vitrinas en las paredes rellenas de botellas y envases vacíos de diferentes colores. Todo ello da un aspecto de luminosidad y tranquilidad al local.

Además en los laterales encontramos unos bancos acolchados con cojines para poder comer cómodamente, algo que a mi particularmente me encanta. Siempre que puedo elijo sofá en todos los restaurantes que se ofrece.

Es un restaurante que forma parte del Hotel Ciutat de Girona que se encuentra al lado.

La carta propone platos con productos locales como las verduras frescas, carnes y pescados.

En nuestra visita, como entrante elegimos unas patatas bravas, que nos sorprendieron por su presentación y su punto exacto de fritura.

Como principal me pedí unos calamares a la plancha con cebolla caramelizada sobre un lecho de patatas y calabacín.

Un plato suave y meloso que combina muy bien todos sus ingredientes. Los calamares estaban tiernos y jugosos.

Mi pareja se pidió el Bacalao a la muselina de ajo con miel y romero.

Una exquisitez de plato. Combinando la dulzor de la salsa con el salado del pescado.

Y acabamos con un muy buen sabor de boca con los suculentos postres que ofrecen:

Una crema de yogur y chocoalate blanco con una bola de sorbete de mandarina.

Un postre fresco y dulce que me cautivó.

Mi pareja se pidió un Tatin de manzana.

Un postre que no habíamos probado todavía y que nos sorprendió tanto en su prensetación sobre una pequeña sartén como en su sabor, cremoso y dulce perfectamente acorde con el helado de vainilla y el sirope de caramelo por encima.

Sin duda es un restaurante que recomiendo para comer tranquilamente y con sabor.

Un restaurante que añado a mi lista de favoritos y al que seguro que volveré.