Durante nuestra visita al País Vasco, de la que guardamos un recuerdo imborrable, hicimos una visita a esta famosa localidad fronteriza entre España y Francia.

Se trata de un pueblo pesquero envuelto por sus murallas medievales. Desde la playa, a parte de darte un chapuzón muy agradable, también puedes disfrutar de toda la zona portuaria así como de las vistas de Francia, pues un lado es España y el otro es Francia.

Durante nuestra visita sólo estuvimos unas horas, pero nos pudimos hacer una idea del encanto que tiene esta localidad, en la que sus edificios aportan una frescura gracias a su estado de limpieza y la decoración en madera y la multitud de flores que podemos encontrar en sus balcones, así como la diversidad de colores que nos ofrece cada fachada.

El colorido y limpieza de las casas, por momentos, me ha transportado a otro s paises, como si de Suiza se tratara, por ejemplo, donde sus edificios destacan por su nitidez.

En el paseo central disfrutamos de un ambiente festivo, lleno de gente en las terrazas de los bares disfrutando de los típicos pinchos de la zona.

Como en es costumbre en el norte, los pichos se suelen acompañar de una de las bebidas típicas de la zona: el txakoli.

Cuando llegamos al este pueblo costero era la hora de comer, por lo que decidimos hacer unos pinchos en alguno de los muchos lugares de restauración. No recuerdo el lugar al que fuimos a parar, se que estaba al final del paseo (o al principio, segun se mire) justo en el momento en el que hacía curva.

Era un local con bancos acolchados, algo que siempre me gusta a mi, siempre que hay esa opción soy la primera que quiere sentarse en un banco en lugar de una silla.

Entre la gran cantidad de pinchos y raciones que ofrecían elegimos el de tortilla de patata, al punto que a mi me gusta, bien jugosita.

Otro que no podía faltar son los calamares, me encantan, tiernos y sabrosos.

Y luego también probamos un meloso de arroz con pulpo, muy bueno también, en este caso, petición de mi marido, pues a él le encantan los guisos de arroz.

Y para completar las tapas, pedimos una de rabas, una ración muy completa que hizo que acabaramos saciados.

Sin duda, un lugar más de la zona norte que no me importará repetir en alguna otra ocasión, pues me quedaron muchas cosas por ver y disfrutar. Por ejemplo, no puedo deciros nada de la zona antigua, pues no la pudimos visitar por falta de tiempo, pero seguro que es otra zona por donde vale la pena pasear.

¿Quieres un alojamiento en esta zona costera?

BUSCAR HOTEL EN HONDARRIBIA