Un lugar precioso que vale la pena visitar en Mallorca sin ninguna duda es este rincón ubicado al noreste de la isla. Concretamente se encuentra en la carretera de camino a Formentor. Subiendo durante unos 5 km de curvas llegamos a este lugar que está en el camino que nos lleva al Faro, otro de los lugares con encanto de la isla, al que nosotros desafotunadamente no fuimos, pues eran unos días un tanto lluviosos y decidimos no ir.

Aparcando el coche como puedas en la carretera (es un poco más ancha de lo normal en esta zona y hay una pequeña zona que lo permite, en verano es algo más complicado por la gran afluencia de turistas), encontramos un pequeño sendero en lo alto de una enorme roca con más de 200 metros de altura desde el cual podremos disfrutar de unas vistas espectaculares.

En el recorrido encontraremos zonas con escaleras y unos pequeños miradores desde los que contemplar el paisaje es todo un placer mientras sientes la brisa marina y el dulce sonido del mar replicando contra la roca.

Al final del sendero nos econtramos con el mirador propiamente dicho, donde seguro que nos encontramos con muchos turistas haciéndose fotos y una barandilla desde la que hay colgados los típicos candados de enamorados :)

Debido a la gran altura a la que se encuentra el mirador, puede dar un poco de vértigo, sobretodo causado por el fuerte viento que suele bufar en esta zona, por lo que tendremos que tener cuidado de no perder pañuelos, gorras y similar (yo perdí un pendiente).

En definitiva, es un lugar precioso desde el que ver un atardecer ha de ser un precioso espectáculo. Una roca con unas vistas al Mediterráneo preciosas donde acaba la Serra de Tramuntana y el pueblo de Pollença al otro lado.

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